From Vargas Llosa (sorry, only in Spanish)
La novela que ahora escribo, situada en la Rep?blica Dominicana en la ?ltima ?poca de la dictadura del General?simo Rafael Le?nidas Trujillo (1930-1961), me ha puesto sobre las huellas de otro soberbio Rasput?n: Johnny Abbes Garc?a, jefe del Servicio de Inteligencia de aquel r?gimen. Es, seguramente, uno de los m?s extravagantes e inusitados espec?menes del g?nero, alguien que merecer?a ?l solo una minuciosa biograf?a.
Hijo de una familia irreprochable, frecuent? de joven las pe?as literarias, y fue periodista deportivo y locutor h?pico. Luego, aparece viviendo en M?xico, protegido por el l?der sindicalista y pol?tico de izquierda Vicente Lombardo Toledano -se casar?a con su secretaria- y enviando informes secretos al Benefactor y Padre de la Patria Nueva sobre las andanzas de los exiliados dominicanos en M?xico y Am?rica Central. M?s tarde, dirige, perpetra y ampara varios asesinatos de antitrujillistas en el extranjero, una especialidad suya que trata de poner en pr?ctica contra el Presidente de Venezuela, R?mulo Betancourt, organiz?ndole un atentado con coche-bomba, durante una ceremonia p?blica, del que el mandatario se salva por un pelo (qued? herido).
Las historias de las torturas, cr?menes, desapariciones y chantajes perpetrados los dos ?ltimos a?os del trujillismo por el coronel Abbes Garc?a superan los peores excesos de la imaginaci?n m?s perversa. El ex presidente dominicano, Joaqu?n Balaguer, cuenta que lo vio, una vez, leyendo con verdadera delectaci?n por los corredores de Palacio un libro de torturas chinas. En esas p?ginas se inspirar?a para los indecibles tormentos a que personalmente somet?a a los presos pol?ticos, en su cubil de la c?rcel de La Cuarenta -uno de los cuales era sentarlos en la silla el?ctrica, o arrancarles las u?as, la lengua y los ojos-, antes de echarlos a?n vivos a los tiburones, desde un acantilado. Despu?s del asesinato de Trujillo, Balaguer se apresur? a nombrar c?nsul en el Jap?n al impresentable personaje. Pero ?ste se qued? merodeando por Canad?, Francia y Suiza, y termin? regresando al tr?pico de sus amores, esta vez a Hait?, como asesor en cuestiones de seguridad de un digno ?mulo de Trujillo: el Dr. Duvalier, m?s conocido como Papa Doc.
Su trayectoria haitiana culmin? en un peque?o apocalipsis. Fiel a su vocaci?n, particip? en una intriga subversiva contra su empleador, que encabezaba un yerno del tiranuelo haitiano. El Doctor Duvalier era un hombre expeditivo y no perd?a tiempo en sentimentalismos: hizo volar con dinamita la casa de Johnny Abbes Garc?a y en la explosi?n murieron carbonizados, adem?s de ?l, su mujer, sus hijos, sus dos sirvientas y algunos perros. Naturalmente, la leyenda lo sobrevive, y en Santo Domingo hay gentes que me aseguraron que ese catacl?smico final es una patra?a, ideada por ?l mismo, para borrar sus huellas, y que a?n vive, con otra cara y otro nombre, rico en dineros y en recuerdos, a orillas del Lago Leman.